Bienvenidos sean los ídolos

Las instituciones, como los clubes de fútbol, no son ajenas a las faltas de referentes, de próceres, de ídolos.

En nuestra historia como país, difícilmente encontremos algún prócer luego de aquellos que forjaron por el nacimiento de la república. En menor orden, los clubes de fútbol no están exentos a estos presentes carentes de figuras valoradas y valiosas.

En épocas pasadas, los jugadores de fútbol vivían casi su vida profesional prácticamente en la misma institución. A base de esfuerzo, dedicación, sacrificio y talento se ganaban el clamor popular. Luego, con la globalización, los pases millonarios, los representantes y todo aquello directamente vinculado al dinero que entorpecen los atributos naturales que tiene el deporte fútbol, esos amores de la tribuna y el lazo entre futbolista e hincha se volvió difícil de consolidar.

Sin ir más lejos y dentro del fútbol grande de la Argentina, la falta de ídolos es una constante en la mayoría de los equipos. Boca, por ejemplo, tuvo que traer a Carlos Tevez desde Italia para reforzar ese vínculo con La 12 que luego de la era Riquelme se había perdido. Ni hablar de River, carente de ídolos desde hace mucho tiempo. Tal vez, Ariel Ortega haya sido el ultimo de gran envergadura. No hablamos de jugadores aclamados por el público por realizar un buen campeonato. Hablamos de históricos.

Por eso, la llegada de David Ramírez a Godoy Cruz es una sonrisa al alma para el pueblo Bodeguero. El Mago, desde hace mucho tiempo, se metió en lo más profundo del hincha tombino, cerquita en el corazón junto al Cachorro Alejandro Abaurre, el Gato Daniel Oldrá o el Ruso Marcucci. Y para los más nostálgicos, también cerquita del Negro Domingo Godoy o el Negro Osvaldo Camargo.

Los ídolos hay que disfrutarlos y esta será la cuarta vez que miles de fieles tombinos se volverán a regocijar con los trucos de ese volante talentoso e impredecible, fino y goleador. Bienvenido Mago, esta es tu casa.

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