El monstruo del Tomba

En Godoy Cruz la mayoría de los análisis pasan por la austeridad del equipo de Primera División. Es lógico: el partido de los domingos es el que moviliza a todos los bodegueros y el resultado final el que marca el estado de ánimo durante la semana.

Pero en la existencia institucional del Expreso hay un monstruo que prácticamente no tiene prensa, que marca el presente del Tomba pero fundamentalmente seguirá marcando el futuro. No es un jugador, ni un dirigente. Es el majestuoso (titánico, faraónico, brutal) predio que el club tiene en Maipú.

Para dimensionar realmente lo que significa ese espacio que destila fútbol y grandeza por donde se lo mire, hay que ir y apreciarlo en persona. En Mendoza no hay recinto futbolístico que se acerque ni un poquito a lo que tiene Godoy Cruz. En Argentina hay pocos espacios como ese. El nivel que alcanza el predio de Coquimbito es continental. Y hay que valorarlo.

Un total de 15 canchas de dimensiones reglamentarias y una infraestructura para brindarle la más absoluta de las comodidades a los jugadores de Inferiores, Reserva, Primera División y, eventualmente en el futuro, delegaciones visitantes con árbitros incluidos.

Quizás el predio no haga ganar al equipo el domingo por el torneo de Primera División. Quizás no evite a corto plazo un descenso, o regale un campeonato. Pero allí no solamente se forjan los jugadores del futuro (y también los del presente), allí no solamente descansan los sueños de miles y miles de futuros futbolistas profesionales, sino que les da a quienes se ponen la camiseta un sentido de pertenencia que el día de mañana será fundamental para los éxitos, ahí sí, del equipo superior.

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