La vuelta a casa está al caer, lo siento, lo percibo

Esta cuenta regresiva que pareció eterna ya palpita su final. No hay manera de no sentir sensaciones, emociones, que movilizan, que provocan repercusión en los latidos del corazón.

Se sacude el alma, se agita la mente, se agigantan los sueños.

Dos muestras fueron suficientes para demostrar que el barrio y su gente lo pide a gritos, volver a casa ya no es una ilusión, es una obsesión.

En enero (contra Gimnasia) y en diciembre (contra San Martín) del año pasado quedó claro que la idea de devolverle la sonrisa al barrio no tiene marcha atrás.

Más de 30 años de abandono no lograron que sucumba el Feliciano Gambarte. Se notó el desgaste por el desuso, sin dudas. No ocuparlo ni preocuparse por él, dejó huellas, pero el amor de la gente logró darle vida nuevamente.

Se hicieron muchas obras, pero el camino a recorrer para dejarlo “habitable” debe seguir su rumbo. Las etapas se van cumpliendo paso a paso.

Quizá el sueño del estadio para 25 mil personas deberá esperar un tiempo, por ahora el objetivo es que pueda recibir a 15 mil, no tenemos dudas de que una cosa llevará a la otra.

No hay manera de controlar la ansiedad, de imaginar el día que se juegue por los “porotos”, sin dudas quedará gente afuera, con ganas de participar de un momento histórico.

La vuelta a casa es una obligación, por nuestros abuelos y padres que por los años 60 disfrutaron de grandes tardes y noches y hasta pudieron ver al Rey Pelé pisar nuestro césped.

También por nosotros, que vivimos tardes no menos históricas, como aquellas por el Nacional del 74 o la campaña del 94 que nos llevó al Nacional B.

El Feliciano Gambarte merece primera división, como Godoy Cruz. Sabemos que nos falta algo, que la felicidad de ser de primera, de haber jugado copas internacionales no termina de colmar nuestro corazón. Necesitamos el último mimo, esa última caricia al alma, volver a casa.

Atrás habrán quedado aquellas primeras reuniones cuando nos planteamos la idea de recuperar nuestro estadio, de recibir mensajes de pesimismo, de tratarnos de  locos, mentirosos y vende humo. Ya está, no tenemos resentimientos, aunque no olvidamos.

Siempre supimos que esto iba a pasar, pero necesitábamos de la gente y la gente respondió. Por supuesto que también celebramos que lentamente el club se haya sumado a este bellísimo objetivo.

La vuelta la haremos entre todos, ese fue nuestro lema, nadie quiere llevarse laureles personales, sentimos que no corresponde.

No vemos la hora de que otra de nuestras frases (El Barrio Volverá a Sonreir) pase de futuro a presente y podamos gritar más fuerte que nunca, EL BARRIO SONRÍE, MISIÓN CUMPLIDA, el Tomba volvió a casa.

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